Netflix: "susto" y nubes en el horizonte

Netflix: "susto" y nubes en el horizonte

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Esta semana tenemos avalancha de resultados empresariales al otro lado del Atlántico con pesos pesados como Alphabet, Amazon, Facebook, Mastercard, Twitter o Visa a la cabeza (entre otras grandes del parqué). Y la semana que dejamos atrás, Netflix ha sido noticia por registrar un crecimiento de suscriptores peor de lo esperado en el segundo trimestre de 2018, tanto en el segmento internacional como en Estados Unidos. Dado el titánico esfuerzo que está haciendo la compañía en cuanto a inversión en nuevos contenidos y su posterior comercialización, el número de suscriptores es seguido muy de cerca por el mercado. Netflix sigue quemando caja y la pérdida de flujo de caja libre en la primera mitad del año ha sido de 846 millones dólares. Sin embargo, la directiva reiteró que esta salida de efectivo seguiría así durante lo que queda de año.

Aunque Netflix continúa expandiendo su base de clientes, terminando el trimestre con más de 120 millones de suscriptores de pago, en comparación con los 99 millones de hace un año, está buscando alternativas para incrementar el ticket medio de compra. A veces, puede resultar más beneficioso aumentar esto que invertir en clientes nuevos ya que el dinero para expandirse es limitado, hay que devolverlo, con intereses, y si encima los beneficios no van en línea con la inversión realizada, la cotización podría tomárselo muy mal. Cotización que, además, está cerca de la luna.

A los ya conocidos planes Básico, Estándar y Premium se le suma ahora, en modo de prueba, el nuevo plan Ultra. Con esta jugada, las características del Premium pasan al Ultra, así que los usuarios del Premium deberán sopesar si quieren mantener el HDR pagando seis euros más al mes. Hay que tener en cuenta que a cada cliente se le están ofreciendo diferentes precios de cara a ver cómo valora cada usuario los servicios que ofrece la compañía. Pero la intención de subir los precios parece clara.

Netflix es una empresa que me gusta por varias razones: tiene ventajas competitivas, aunque mucho me temo que el foso es estrecho, es un negocio sencillo de entender que ofrece un magnífico servicio a un buen precio y, además, soy usuario de ella. Dentro de las ventajas competitivas, podríamos hablar de activo intangible: el poder de la marca. Cuando el nombre de una empresa forma parte de nuestro vocabulario diario es que tiene algo que las demás no tienen. Igual que podemos hacer una reflexión del estilo me tengo que comprar unos vaqueros en Zara, están también muy acuñadas las expresiones hacer un Netflix (sinónimo de contratar un servicio entre varias personas) o tienes que ver en Netflix… (dando por hecho que forma parte de la vida de cualquier persona). En relación a esta segunda frase, podemos hablar del efecto red: mayor poder a mayor número de usuarios. En un momento en el que los datos se han convertido en el petróleo del siglo XXI, una compañía con millones de usuarios de todo el globo interactuando con sus contenidos tiene mucho más que decir que sus (nuevos) competidores a la hora de buscar fórmulas que satisfagan los gustos del consumidor en el campo audiovisual.

Desde sus orígenes como servicio de alquiler de DVD por correo, Netflix se ha transformado en un pionero en la difusión de películas y series de forma online. Una vez conquistado el mercado norteamericano, la compañía se ha expandido rápidamente en el resto del mundo. De hecho, el servicio tiene ahora más suscriptores fuera de los Estados Unidos que en su país de origen. Volviendo a una de las ventajas competitivas que citábamos anteriormente, el efecto red, la empresa registra cada interacción con el cliente y aprovecha estos datos para comprar el mejor contenido acorde a las preferencias de sus usuarios y producir el suyo propio. Esto le debe ayudar a consolidar su liderazgo en Estados Unidos y penetrar más rápido en otros mercados. En un momento en el que está cambiando nuestra forma de consumir contenidos, con la televisión relegada a un segundo plano, Netflix es una compañía que debería tener vigilada cualquier inversor.

Sin embargo, como digo siempre, una buena empresa no tiene que ser necesariamente una buena inversión. Todo dependerá del precio que paguemos por ella. Y es justo decir que el precio de la acción de la compañía no otorga en estos momentos ningún margen de seguridad ni sus ventajas competitivas le dotan de un foso económico lo suficientemente ancho como para hacerla invulnerable a los ataques de la competencia. La cotización estaría descontando ahora mismo un futuro, quizás, demasiado optimista. No hay que olvidar que el crecimiento de suscriptores e ingresos en los próximos años puede verse contrarrestado en gran medida por el aumento de los costes en cuanto a la producción de contenido propio, compras a terceros y mayores costes de comercialización. Sin olvidarnos de una feroz competencia, como Amazon y HBO, en donde podemos incluir a un nuevo jugador: The Walt Disney Company. Éste último tiene los derechos de Marvel, Star Wars y Pixar (que ahora podemos disfrutar en Netflix) y tampoco parece que se le vaya a dar mal la producción de contenidos propios para su nueva plataforma (algo que lleva haciendo muy bien toda la vida).

A ese futuro incierto, hay que sumarle que no está cambiando sólo la forma en la que consumimos contenidos, sino también los contenidos que consumimos. Quién iba a pensar hace unos años que ver a otra gente jugar a videojuegos iba a movilizar a cientos de millones de personas en todo el mundo, llegando incluso a tener serias posibilidades de convertirse en disciplina olímpica (al menos en Asia). El fenómeno de los eSports ya tiene tanta audiencia como Netflix o CNBC, con un total de 285 millones de espectadores en 2017. Todos quieren monetizar esta nueva tendencia y Netflix deberá competir con sus viejos conocidos por este mercado. Amazon ya se hizo con Twitch.tv hace cuatro años, anticipándose a la importancia de los campeonatos de videojuegos.

Y otro factor preocupante, sobre el que se habla mucho actualmente, es si el verdadero catalizador de las subidas en la cotización no es el descuento de grandes expectativas, sino la entrada de flujos vía ETFs, ya que la brutal revalorización sufrida en los últimos años hace que Netflix tenga un peso cada vez mayor en los índices que estos productos replican. De hecho, según Goldman Sachs, la contribución de Netflix a la rentabilidad del S&P 500 es del 15 %. Sólo media docena de empresas son las responsables de prácticamente toda la rentabilidad del índice.

Compañía muy interesante, pero con nubes en el horizonte. Así que toca esperar a la tormenta.

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